Zombi: Guía de supervivencia (2 page)

BOOK: Zombi: Guía de supervivencia
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No existe información alguna (histórica, experimental o cualquier otra) sobre las consecuencias de mantener relaciones sexuales con una especie no muerta, pero, como apuntamos anteriormente, la naturaleza del Solanum indica un alto riesgo de infección. Advertir de un caso como este resultaría inútil, puesto que una persona lo suficientemente irracional para intentarlo estaría tomando una actitud pasiva para con su propia seguridad. Muchos afirman que, dada la coagulada naturaleza de los fluidos corporales de los no muertos, las posibilidades de infectarse por un contacto que no fuera un mordisco deberían ser pocas. Sin embargo, debemos recordar que un único organismo es suficiente para empezar el ciclo.

4. INFECCIÓN DE LAS OTRAS ESPECIES

El Solanum es letal para todas las criaturas vivas, sin tener en cuenta el tamaño, la especie o el ecosistema al que pertenezcan. Sin embargo, sólo los humanos resucitan. Los estudios demuestran que cuando el Solanum infecta un cerebro que no es humano, este muere horas después de la muerte de su huésped, lo que demuestra que el cadáver del animal puede combatirlo. Los animales infectados expiran antes de que el virus pueda replicarse completamente en sus cuerpos. La infección por la picadura de insecto, como la de los mosquitos, también puede descartarse. Los experimentos han demostrado que todos los insectos parásitos perciben el virus y rechazan a un huésped infectado el cien por cien de las veces.

5. TRATAMIENTO

Una vez que un humano se infecta, no se puede hacer gran cosa por salvarlo. Esto se debe a que el Solanum es un virus y no una bacteria, por lo que los antibióticos no hacen efecto. La inmunización, la única forma de combatir el virus, es igualmente inútil, ya que incluso la dosis más pequeña provocaría la infección completa. Se está llevando a cabo la investigación genética. Los objetivos van desde formar anticuerpos humanos más potentes hasta una estructura celular resistente o un antivirus diseñado para identificar y destruir el Solanum. Estos y otros tratamientos más resistentes se encuentran por el momento en las etapas más iniciales, sin ningún éxito previsible en un futuro cercano. Las experiencias vividas en la vida real han llevado a la inmediata escisión del miembro infectado (suponiendo que ese sea el lugar de la mordedura), pero tales tratamientos son poco seguros, con menos de un diez por ciento de índice de éxito. En general, el humano infectado está condenado desde el momento en que el virus entra en su sistema. Debería suicidarse y debería también recordar que el cerebro es lo primero que debe eliminarse. Se han registrado casos en que sujetos que acaban de infectarse, y que mueren por circunstancias ajenas al virus, pueden, aun así, resucitar. Estos casos suelen ocurrir cuando el sujeto expira cinco horas después de la infección. No obstante, la persona que muere tras ser mordida o que se infecta de algún otro modo, debería ser inmediatamente eliminada. (Véase «Deshacerse del cuerpo», p. 42.)

6. RESUCITAR A LOS MUERTOS

Se ha llegado a sugerir que los cadáveres humanos aún frescos podían resucitar si se les introducía Solanum después de la defunción. Esto es una falacia. Los zombis ignoran la carne necrótica y, por consiguiente, no puede transferirse el virus. Los experimentos llevados a cabo durante la Segunda Guerra Mundial (véase «Ataques registrados», p. 265 y ss.) han demostrado que inyectar Solanum en un cadáver resultaría fútil porque un sistema sanguíneo paralizado no podría transportar el virus al cerebro. Inyectarlo directamente en un cerebro muerto tampoco serviría de nada, ya que las células muertas no podrían responder al virus. Solanum no da la vida: la altera.

CUALIDADES DE LOS ZOMBIS

1. HABILIDADES FÍSICAS

Con demasiada frecuencia se dice que los no muertos poseen unos poderes sobrehumanos: fuerza inusual, velocidad del rayo, telepatía, etc. Las historias van desde zombis que vuelan por los aires a zombis que escalan superficies verticales como arañas. Mientras se inventan esas características para darle más dramatismo a la situación, el gul se aleja bastante de este demonio mágico y omnipotente. Nunca olvides que el cuerpo de un no muerto es, antes que otra cosa, humano. Los cambios se observan en la manera en que un cerebro recién infectado usa el cuerpo resucitado. No habría forma de que un zombi pudiera volar a menos que los humanos pudieran volar. Pasa lo mismo con el dominio de la fuerza, la teletransportación, el traspaso de objetos sólidos, la transformación en lobo, la respiración del fuego o una amalgama de diferentes talentos místicos atribuidos a los muertos andantes. Imagina que el cuerpo humano es un juego de herramientas. El cerebro sonámbulo posee estas herramientas y, únicamente esas herramientas, están a su disposición. No puede crear nuevas como de la nada. Pero puede, como comprobarás, usar estas herramientas en combinaciones poco convencionales, o hacer que duren más allá de los límites humanos normales.

A. Vista

Los ojos de un zombi no son diferentes de los de un humano corriente. Aunque aún son capaces (dado el índice de descomposición) de transmitir señales visuales al cerebro, la forma en que el cerebro interpreta dichas señales es otro asunto. Los estudios son inconcluyentes en lo que concierne a las habilidades visuales de los no muertos. Pueden captar a la presa a distancias comparables a las humanas, pero si pueden distinguir a un humano de uno de ellos aún está por debatir. Una de las teorías sugiere que los movimientos que realizan los humanos son más rápidos y suaves que los de los no muertos, lo que causa que llamen la atención al ojo zombi. Se han realizado experimentos en los que humanos han intentado confundir a gules que se acercaban, imitando sus movimientos y arrastrando los pies mientras cojeaban con torpeza. Hasta la fecha, ninguno de estos intentos ha tenido éxito. Se ha llegado a sugerir que los zombis poseen visión nocturna, un hecho que explica su habilidad para la caza nocturna. Esta teoría ha sido desacreditada por el hecho de que todos los zombis son expertos alimentándose de noche, incluso aquellos que no tienen ojos.

B. Oído

No cabe duda alguna de que los zombis poseen un oído excelente. No sólo pueden detectar el sonido, también pueden determinar su dirección. El alcance básico parece ser el mismo de los humanos. Los experimentos con frecuencias extremadamente altas y bajas han producido resultados negativos. Los exámenes también han mostrado que los zombis se sienten atraídos por cualquier sonido, no sólo por los que producen las criaturas con vida. Se ha documentado que los gules perciben sonidos que el oído humano ignora. La más probable, aunque indemostrable, explicación es que los zombis dependen de todos sus sentidos en igual medida. Los humanos se orientan con la vista desde su nacimiento y dependen de otros sentidos sólo si pierden el primero. Tal vez, esta discapacidad no la comparten con los muertos andantes. De ser así, esto explicaría su habilidad para cazar, luchar y alimentarse en total oscuridad.

C. Olfato

A diferencia del oído, los no muertos tienen un sentido del olfato más agudo. Tanto en situaciones de combate como en las pruebas de laboratorio, han sido capaces de distinguir el olor de una presa viva de las otras. En muchos casos, y contando con una orientación del viento ideal, se ha comprobado que los zombis huelen los cadáveres frescos a una distancia de más de un kilómetro. De nuevo, esto no significa que los gules tengan un sentido del olfato mayor que el de los humanos, simplemente es que ellos se valen más de él. No se sabe exactamente qué secreción en particular es la que indica la presencia de la presa: el sudor, las feromonas, la sangre, etc. En el pasado, la gente pretendía moverse sin ser detectada por las áreas infestadas intentando camuflar el olor humano con perfumes, desodorantes u otro producto químico de olor fuerte. Ninguno tuvo éxito. En la actualidad se llevan a cabo experimentos con vistas a sintetizar el olor de los seres vivos para usarlo como señuelo o incluso repelente de los muertos andantes. Quedan años para que se encuentre un producto que funcione.

D. Gusto

No se sabe mucho sobre las papilas gustativas alteradas de los muertos andantes. Los zombis tienen la habilidad de distinguir la carne humana de la de los animales, y prefieren la primera. Los gules poseen también una habilidad asombrosa para rechazar la carroña en favor de la carne fresca recién muerta. Un cuerpo humano que lleve muerto entre doce y dieciocho horas será rechazado como comida. Lo mismo pasa con los cadáveres que han sido embalsamados o preservados de cualquier otra forma. Todavía no sabemos si esto tiene algo que ver con el gusto. Puede que tenga que ver con el olfato o, quizá, con otra clase de instinto que no hemos descubierto. ¿Por qué exactamente la carne humana es preferible? La ciencia todavía tiene que encontrar una respuesta a esta confusa, frustrante y terrorífica pregunta.

E. Tacto

Los zombis no perciben, literalmente, los estímulos físicos. Todos los receptores nerviosos siguen muertos después de la resurrección. Verdaderamente se trata de su ventaja más grande y terrorífica sobre los vivos. Nosotros, como humanos, tenemos la habilidad de experimentar el dolor físico como un signo de deterioro corporal. Nuestro cerebro clasifica tales sensaciones, las agrupa teniendo en cuenta el estímulo que las provoca y después archiva la información para usarla como aviso en futuras lesiones. Este es el don de la fisiología y el instinto que nos permite sobrevivir como especie. Por esta razón valoramos virtudes como el coraje, que inspira a las personas a realizar acciones a pesar de las señales de peligro. La incapacidad de reconocer y evitar el dolor es lo que convierte a los muertos andantes en criaturas tan formidables. No notan las heridas y, además, estas no les impiden atacar. Aunque el cuerpo de un zombi sufra daños severos, continuará atacando hasta que no quede nada de él.

F. Sexto sentido

Las investigaciones realizadas a través de la historia, combinadas con los estudios de campo y de laboratorio, han demostrado que los muertos andantes atacan incluso cuando todos sus órganos sensoriales han sido dañados o se han descompuesto por completo. ¿Significa esto que los zombis poseen un sexto sentido? Tal vez. Los seres vivos usan menos del 5 % de su capacidad cerebral. Es posible que el virus pueda estimular otras habilidades sensoriales que la evolución ha olvidado. Esta teoría es la que se discute más acaloradamente en la guerra contra los no muertos.

Hasta ahora, no hay pruebas científicas que apoyen a ningún bando.

G. Cicatrización

A pesar de las leyendas y las tradiciones antiguas, la fisiología de los no muertos ha demostrado no poseer poderes de regeneración. Las células que están dañadas siguen estando dañadas. Cualquier herida, sin importar su tamaño o su naturaleza, seguirá abierta mientras que esté en fase de resurrección. Se han llevado a cabo una variedad de tratamientos médicos para estimular el proceso de cicatrización en gules capturados. Ninguno resultó positivo. Esta incapacidad para repararse a sí mismos, algo que los seres vivos poseemos, supone una importante desventaja para los no muertos. Por ejemplo, cada vez que nos esforzamos físicamente, nuestros músculos se desgastan. Con el tiempo, estos músculos se reconstruyen y pasan a ser más fuertes que antes. La masa muscular de un gul permanecerá dañada, reduciendo su efectividad cada vez que la use.

H. Descomposición

La esperanza de vida media para los zombis -cuánto tiempo es capaz de funcionar antes de descomponerse del todo- es de tres a cinco años. Por muy fantástico que suene -el cuerpo humano es capaz de prevenir los efectos naturales de descomposición- lo que causa su putrefacción es biología básica. Cuando un cuerpo humano muere, su carne inmediatamente se cubre de billones de organismos microscópicos. Estos organismos siempre estuvieron presentes en el entorno externo y dentro del cuerpo. Mientras vivimos, el sistema inmunológico funciona como una barrera entre estos organismos y su objetivo. Cuando morimos, la barrera se abre. Los organismos empiezan a multiplicarse exponencial-mente cuando se alimentan y, por esa razón, el cadáver sufre un colapso a nivel celular. El olor y la decoloración asociados con la carne en descomposición son el efecto del proceso biológico del trabajo de estos microbios. Cuando pides un bistec «muy hecho», estás pidiendo un trozo de carne que ha empezado a pudrirse; lo que antes era carne dura, ha sido reblandecida por microorganismos que han colapsado su fibra robusta. En un periodo corto de tiempo, ese bistec, igual que un cadáver humano, se quedará en nada, dejando tan sólo material demasiado duro y falto de nutrientes para ningún microbio, como huesos, dientes, uñas y pelo. Este es el ciclo de la vida normal, la forma en que la naturaleza recicla los nutrientes y los hace volver a la cadena alimenticia. Para parar este proceso y preservar el tejido muerto, es necesario situarlo en un entorno inapropiado para las bacterias, como puede ser un lugar con temperaturas muy bajas o muy altas, o en compuestos químicos tóxicos como el formaldehído, o, en este caso, saturarlo con Solanum.

Casi todas las especies de microbios que están implicadas en la descomposición humana normal han rechazado en repetidas ocasiones la carne infectada por el virus, embalsamando al zombi eficazmente. Si este no fuera el caso, combatir a los muertos vivientes sería tan fácil como evitarlos durante varias semanas o incluso días hasta que se pudrieran y quedaran únicamente los huesos. Los investigadores deben aún encontrar la causa exacta de esta condición. Se ha descubierto que al menos una especie de microbio ignora los efectos de repulsión del Solanum: de otro modo, los no muertos permanecerían en perfecto estado de conservación para siempre. Asimismo, se ha determinado que las condiciones naturales como la humedad y la temperatura juegan un papel importante. Los no muertos que frecuentan los pantanos de Luisiana puede que no duren tanto como los que viven en zonas frías, o en el seco desierto de Gobi. Las situaciones extremas, como el frío intenso o la inmersión en líquidos conservantes, podrían, hipotéticamente hablando, permitir a la especie de los no muertos vivir indefinidamente. Se sabe que estas técnicas permiten a los zombis actuar durante décadas, incluso siglos. (Véase «Ataques registrados», p. 239 y ss.) La descomposición no supone que un miembro, de los muertos andantes simplemente se desplome. La putrefacción afectaría a varias partes del cuerpo en momentos diferentes. Se han encontrado especímenes con el cerebro intacto pero el cuerpo descompuesto. Otros con el cerebro parcialmente podrido podían mantener ciertas funciones corporales, pero el resto estaban totalmente paralizadas. Recientemente, circula una teoría popular que intenta explicar la historia de la momia del antiguo Egipto como uno de los primeros ejemplos del embalsamado de un zombi. Las técnicas de conservación permitían que vivieran durante varios miles de años después de haber sido sepultados. Cualquiera con un conocimiento mínimo del antiguo Egipto encontraría esta historia falsa y ridicula: ¡El paso más importante y complicado en la preparación del faraón para su entierro era la extracción del cerebro!

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