Zombi: Guía de supervivencia (4 page)

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H. Motivación

¿Por qué los no muertos atacan a los vivos si se ha demostrado que la carne humana no tiene una función nutritiva? ¿Por qué su instinto les lleva al asesinato? La verdad intenta eludirnos. La ciencia moderna, combinada con datos históricos, ha demostrado que los vivos no son las únicas delicias del menú de los no muertos. Los equipos de rescate cuando entran en zonas infestadas las describen, de modo consecuente, como desprovistas de toda vida. Cualquier criatura, sin importar su tamaño o especie, será consumida por un zombi en pleno ataque. La carne humana, sin embargo, siempre será preferible a otras formas de vida. Un experimento consistía en exponer ante un espécimen capturado dos cubos idénticos de carne: uno de carne humana y otro de carne animal. En repetidas ocasiones el zombi prefirió la humana. No se sabe aún por qué. Lo que sí puede confirmarse, más allá de toda duda, es que el instinto provocado por el Solanum convierte a los no muertos en asesinos y devoradores de cualquier criatura viva que descubran. Al parecer, no hay excepciones.

I. Matar a los muertos

Aunque parezca que destruir a un zombi puede ser simple, no hay nada más lejos de la realidad. Tal y como hemos visto, los zombis no requieren ninguna de las funciones fisiológicas que los humanos necesitamos para sobrevivir. La destrucción o el daño severo al sistema circulatorio, digestivo o respiratorio no harían nada a un miembro de los muertos andantes, en tanto en cuanto esas funciones no se mantienen en el cerebro. Simplemente piensa que existen miles de formas de matar a un humano y sólo una de matar a un zombi. El cerebro debe ser destruido, de cualquier manera posible.

J. Deshacerse del cuerpo

Los estudios muestran que el Solanum puede vivir en el cuerpo de un zombi destruido durante otras cuarenta y ocho horas. Se ha de tener un cuidado extremo a la hora de deshacerse del cadáver de un no muerto. La cabeza en particular conlleva el mayor riesgo, dada su concentración del virus. Nunca cargues con el cadáver de un no muerto sin ropa protectora. Trátalo como si fuera cualquier clase de material tóxico o altamente letal. La cremación es la forma más segura y efectiva de eliminarlo. A pesar de los rumores de que quemar un grupo de cadáveres podría propagar Solanum en forma de plaga a través del aire, el sentido común nos diría que ningún virus es capaz de sobrevivir al calor intenso, por no hablar de un incendio.

K. ¿Domesticación?

Repetimos, el cerebro de un zombi ha demostrado ser, hasta el momento, inalterable. Los experimentos que se han realizado con productos químicos, cirugía e incluso descargas electromagnéticas, han dado resultados negativos. La terapia para cambiar su comportamiento y otros intentos para entrenar a los muertos vivientes como bestias de carga o algo parecido también han acabado en fracaso. De nuevo, no podemos cambiarle el chip a la máquina. Será tal como es o no será.

EL ZOMBI VUDÚ

Si los zombis son la creación de un virus y no de la magia negra, entonces ¿cómo se explican los llamados «zombis vudú», muertos que han sido desenterrados y condenados a pasar la eternidad como esclavos de los vivos? Sí, es cierto que la palabra «zombi» originalmente proviene de la palabra kimbundu «nzúmbe», término que describe el alma de una persona muerta, y sí, los zombis y la zombificación forman parte integral de la religión afrocaribeña conocida como vudú. Sin embargo, el origen de su nombre es la única similitud entre el zombi vudú y el zombi viral. Aunque se dice que los houngan vudú (sacerdotes) pueden convertir humanos en zombis mediante la magia, la práctica se basa, fuera de toda duda, en ciencia pura. El «polvo zombi», la herramienta usada por el houngan para la zombificación, contiene una neurotoxina muy potente (los ingredientes exactos se guardan en el más estricto secreto). La toxina paraliza de forma temporal el sistema nervioso del humano, creando un estado de hibernación extrema. Con el corazón, los pulmones y otras funciones corporales operando al más mínimo nivel, sería comprensible que un médico forense con poca experiencia declarara muerto al sujeto paralizado. Muchos humanos fueron enterrados en este estado y se despertaron gritando en la oscuridad más absoluta en sus ataúdes. ¿Entonces, qué hace a los humanos convertirse en zombis? La respuesta es simple: el daño cerebral. Muchos de los que fueron enterrados vivos acabaron muy pronto el aire que había en sus ataúdes. Los que se recuperaron (si son afortunados) casi siempre habían sufrido daño cerebral por la falta de oxígeno. Estas pobres almas caminan arrastrándose con pocas habilidades cognitivas, o, ciertamente, en libre albedrío, y a menudo se confunden con los muertos vivientes. ¿Cómo distingues a un zombi vudú de una especie auténtica? Las señales son obvias.

1. Los zombis vudú muestran emociones. Las personas que sufren daño cerebral a causa del polvo aún son capaces de mostrar los sentimientos normales de un humano. Sonríen, lloran, incluso gruñen con furia si se hacen daño o, por el contrario, lo han provocado (algo que los zombis de verdad nunca harían).

2. Los zombis vudú piensan. Tal y como se ha afirmado antes, cuando un zombi de verdad se topa contigo, inmediatamente se dirige hacia a ti como una bomba inteligente. Un zombi vudú tratará por un momento de averiguar quién o qué eres. Tal vez se te acerque, tal vez recule, o quizá continúe su observación mientras su cerebro dañado trata de analizar la información que se le da. Lo que un zombi vudú nunca hará es alzar sus brazos, dejar caer su mandíbula, desatar un infernal gemido y andar a tropezones directamente hacia ti.

3. Un zombi vudú siente dolor. Un zombi vudú que tropieza y se cae, sin duda alguna sujetará su rodilla magullada y gimoteará. Asimismo, uno que sufra por otra herida anterior se la cuidará o, por lo menos, será consciente de la existencia de la herida. A diferencia de un zombi de verdad, los zombis vudú no ignoran cuándo sufren cortes profundos.

4. Los zombis vudú reconocen el fuego. Eso no quiere decir que les den miedo las llamas. Aquellos que han sufrido un daño cerebral severo tal vez no recuerden lo que es el fuego. Se pararán a examinarlo, tal vez incluso lleguen a tocarlo, pero retrocederán una vez sepan que causa dolor.

5. Los zombis vudú reconocen lo que hay a su alrededor. Al contrario que un zombi de verdad, que sólo reconoce a su presa, los zombis vudú reaccionan a los cambios repentinos de luz, sonido, sabor y olor. Se ha observado que los zombis vudú ven la televisión o los flashes de luz de gran colorido, escuchan música, se encogen por un trueno e incluso perciben a otros como ellos. Esto último ha resultado crítico en algunos casos en los que se equivocaron al identificarlos. Al no reaccionar en modo alguno ante otros zombis (se miran, hacen ruidos, incluso se tocan las caras) pudieron ser exterminados por accidente.

6. Los zombis vudú NO tienen supersentidos. La persona que sufre los efectos debilitantes del polvo zombi continúa dependiendo de su vista antes que de otros sentidos. No se puede mover a la perfección en la oscuridad, oír una pisada a 450 metros u oler a un ser vivo en el viento. Los zombis vudú en realidad pueden ser sorprendidos por alguien que camina justo delante de ellos. Sin embargo, esto no es recomendable, puesto que un zombi asustado puede reaccionar de forma violenta.

7. Los zombis vudú pueden comunicarse. Aunque no siempre es el caso, muchos de estos individuos pueden responder a las señales audiovisuales. Muchos entienden palabras, algunos incluso comprenden oraciones simples. Muchos zombis vudú poseen la habilidad de hablar, de forma simple por supuesto, y en raras ocasiones mantienen conversaciones extensas.

8. Los zombis vudú pueden ser controlados. Aunque no siempre es cierto, muchos de los cerebros humanos dañados pierden mucha de su autorrealización y se convierten en seres muy susceptibles a la sugestión. Ordenarle a un sujeto que pare o se vaya puede ser suficiente para librarse de un zombi vudú. Esto ha dado lugar a una situación peligrosa: las personas que se equivocan pensando que pueden controlar o adiestrar a zombis de verdad. En varias ocasiones, algunos tercos insistieron en que, de manera simple, podían ordenar a sus muertos vivientes que pararan. Cuando sintieron que unas manos frías y podridas les agarraban por las extremidades y unos dientes sucios y raídos estaban mordiéndoles, descubrieron, demasiado tarde, a lo que se estaban enfrentando en realidad.

Estas características deberían darte una buena idea sobre cómo diferenciar a un zombi vudú de uno de verdad. Una nota final: los zombis vudú se encuentran sobre todo en la África subsahariana, el Caribe, América Central y del Sur, y el sur de Estados Unidos. Aunque no es imposible encontrar a alguien convertido en zombi por un houngan, las posibilidades de tal encuentro son escasas.

EL ZOMBI DE HOLLYWOOD

Desde que los muertos vivientes llegaron a la gran pantalla, su mayor enemigo no han sido los cazadores, sino los críticos. Estudiosos, investigadores, incluso ciudadanos preocupados, han afirmado que estas películas retrataban a los muertos vivientes de manera fantástica y poco realista. Abrumadoras armas, secuencias de acción físicamente imposibles, personajes humanos de características imponentes y, encima de todo eso, gules mágicos, invencibles, incluso cómicos que han añadido colores al arcoíris de controversia que supone el «cine de zombis». Críticas ulteriores admitían que este «estilo recargado» cercano al cine de sonámbulos enseñaba a los espectadores lecciones que acabarían con su muerte en un encuentro real. Estas acusaciones serias exigían una defensa igualmente seria. Mientras que algunas películas de zombis están basadas en hechos reales, su objetivo, de hecho el objetivo de casi cada película de todo género, siempre ha sido, ante todo, entretener. A no ser que discutamos sobre documentales de verdad (e incluso algunos son edulcorados), los realizadores deben tomarse algunas licencias artísticas para hacer su trabajo más apetecible a la audiencia. Incluso las películas que están basadas en hechos reales sacrifican la pura realidad por el bien de la historia. Algunos personajes serán una amalgama de individuos de la vida real. Otros serán pura ficción con el fin de explicar ciertos hechos, facilitar la línea narrativa o simplemente añadir sabor a la escena. Uno podría argumentar que el papel de un actor es desafiar, educar e instruir a la audiencia. Podría ser cierto, pero intenta impartir conocimiento a una audiencia que se va o se queda dormida durante los primeros diez minutos de la película. Si aceptas esto para producir una película entenderás por qué el cine de zombis en Hollywood se desvía, en ocasiones a lo loco, de la realidad en la que está basado. En resumen, usa estas imágenes según la intención de sus realizadores: como un modo de entretenimiento temporal, de forma alegre y no como modo de ayuda para tu supervivencia.

LOS BROTES

Aunque cada ataque zombi es diferente, dado el número, el terreno, la reacción del pueblo en general, etc., su nivel de intensidad puede medirse en cuatro categorías diferentes.

CLASE 1

Este es un brote leve, normalmente en países del Tercer Mundo o en zonas rurales del Primer Mundo. El número de zombis para esta clase de brote oscila entre uno y veinte. El número total de víctimas (incluyendo a los infectados) puede variar entre uno y cincuenta. La duración, desde el primer caso hasta el último (conocido), va desde veinticuatro horas hasta catorce días. La zona infestada será pequeña, no más de un radio de treinta kilómetros. En muchos casos, los límites vendrán determinados por las fronteras naturales. La reacción es limitada, puede que exclusivamente provenga de los ciudadanos o de alguna ayuda adicional de las fuerzas locales de la ley. La cobertura de los medios de comunicación será mínima, y si se presenta. Si los medios de comunicación se encuentran allí, busca historias comunes como homicidios o «accidentes». Este es el tipo de brote más común y también el que más fácilmente pasa desapercibido.

CLASE 2

En este nivel de brote se incluyen las zonas urbanas o las zonas rurales con alta densidad de población. El número total de zombis oscilará entre veinte y cien. Las víctimas humanas llegarán a ser hasta varios cientos de personas. La duración de un ataque de clase 2 no es mucho más larga que la de un brote de clase 1. En algunos casos, un mayor número de zombis hará desencadenar una respuesta más inmediata. Un brote en una zona rural de poca población podría extenderse a un radio de ciento sesenta kilómetros, mientras que un brote urbano podría comprender únicamente algunos edificios. La eliminación sería, por supuesto, más organizada. La actuación civil sería reemplazada por fuerzas locales, nacionales e incluso federales. Si es un ataque leve se puede buscar ayuda militar adicional, a la Guardia Nacional si estamos en Estados Unidos o a su equivalente fuera de este país. La mayoría de las veces, para aliviar el pánico, estas unidades toman una actitud menos combatiente, aportando asistencia médica, control de multitudes y apoyo logístico. Los brotes de clase 2 casi siempre atraen a la prensa. A no ser que el ataque ocurra en una zona aislada por completo del mundo, o una donde los medios de comunicación se controlen estrictamente, la historia será contada. Esto no quiere decir, sin embargo, que vaya a contarse fielmente.

CLASE 3

Una crisis de verdad. Los brotes de clase 3, más que cualquier otro, demuestran la amenaza real a la que nos exponen los muertos vivientes. Los zombis son miles y abarcan una zona de varios cientos de kilómetros. La duración del ataque y un posible proceso de limpieza lento podrían durar hasta varios meses. No habría cabida para la censura de los medios o los encubrimientos. Incluso sin la atención de los medios, la magnitud del ataque al completo dejaría demasiados testigos oculares. Se trata de una batalla completamente desarrollada, donde las fuerzas de la ley serían reemplazadas por unidades de tropas regulares. En la zona infestada quedaría declarado el estado de alarma, así como en las áreas colindantes. Cuenta con la ley marcial, viajes restringidos, suministros racionados, control federal de los servicios y custodia estricta de las comunicaciones. Llevará tiempo desarrollar todas estas medidas. La fase inicial será un caos hasta que aquellos que están en el poder lleguen a controlar la crisis. Disturbios, saqueos y pánico generalizado se añadirán a sus dificultades, atrasando más aún una respuesta efectiva. Mientras esto ocurriera, los que viven en el área infestada estarían a merced de los no muertos. Aislados, abandonados y rodeados de gules, dependerían únicamente de ellos mismos.

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