Read Harry Potter y el Misterio del Príncipe Online
Authors: J. K. Rowling
Tags: #fantasía, #infantil
Bellatrix todavía no estaba satisfecha, aunque al parecer no sabía cuál era la mejor forma de seguir atacando a Snape. Aprovechando su silencio, éste se dirigió a su hermana.
—Dime, Narcisa, ¿venías a pedirme ayuda?
Ella lo miró con abatimiento.
—Sí, Severus. Creo que eres el único que puede ayudarme, no tengo a nadie más a quien acudir. Lucius está en prisión y… —Cerró los ojos y dos gruesas lágrimas le resbalaron por las mejillas—. El Señor Tenebroso me ha prohibido hablar de ello —añadió sin abrir los ojos—. No quiere que nadie conozca el plan. Es… muy secreto, pero…
—Si te lo ha prohibido, no deberías hablar. Las palabras del Señor Tenebroso son ley.
Narcisa sofocó un grito, como si Snape la hubiera rociado con agua fría. Bellatrix asintió, satisfecha por primera vez.
—¿Lo ves? —reprendió a su hermana—. ¡Hasta Snape lo dice: te prohibieron hablar, así que guarda silencio!
Pero Snape se había acercado a la pequeña ventana para escudriñar la desierta calle. Luego volvió a correr las cortinas de un tirón y, dándose la vuelta, miró ceñudo a Narcisa.
—Resulta que yo conozco ese plan —dijo en voz baja—. Soy uno de los pocos a quienes el Señor Tenebroso se lo ha contado. No obstante, de no haber estado yo al corriente del secreto, Narcisa, habrías cometido una grave traición contra él.
—Ya imaginé que debías de saberlo —repuso ella con cierto alivio—. El confía tanto en ti, Severus…
—¿Tú conoces el plan? —preguntó Bellatrix, cuya fugaz satisfacción se había trocado en indignación—. ¿Tú lo conoces?
—Así es —confirmó Snape—. Pero ¿qué ayuda necesitas, Narcisa? Si crees que puedo persuadir al Señor Tenebroso de que cambie de idea, me temo que tus esperanzas carecen de fundamento.
—Severus —susurró ella mientras las lágrimas seguían resbalándole por las pálidas mejillas—, mi hijo… mi único hijo…
—Draco debería estar orgulloso —terció Bellatrix con indiferencia—. El Señor Tenebroso está concediéndole un gran honor. Y hay que reconocer que tu hijo no rehúye cumplir con su deber, sino que parece alegrarse de tener una ocasión para demostrar su valía, y está entusiasmado con la idea de…
Narcisa rompió a llorar con desconsuelo, sin dejar de mirar con gesto suplicante a Snape.
—¡Porque tiene dieciséis años y no sabe lo que le espera! ¿Por qué, Severus? ¿Por qué mi hijo? ¡Es demasiado peligroso! ¡Esto es una venganza por el error de Lucius, estoy segura! —Snape no respondió. Apartó la vista de la llorosa Narcisa como si sus lágrimas fueran indecorosas, pero no podía fingir que no la oía—. Por eso ha escogido a Draco, ¿verdad? —insistió ella—. Para castigar a Lucius.
—Si Draco logra su objetivo —dijo Snape, aún sin mirarla—, alcanzará más gloria que nadie.
—¡Pero no lo logrará! —sollozó Narcisa—. ¿Cómo va a lograrlo si ni siquiera el Señor Tenebroso…?
Bellatrix soltó un grito ahogado y Narcisa perdió el valor para continuar.
—Sólo quería decir que nadie ha conseguido todavía… Por favor, Severus. Tú eres… tú siempre has sido el profesor predilecto de Draco y eres un viejo amigo de Lucius… Te lo suplico. Eres el favorito del Señor Tenebroso, su consejero de mayor confianza. ¿Hablarás con él? ¿Intentarás convencerlo?
—El Señor Tenebroso no se dejará convencer, y yo no soy tan estúpido para intentarlo —respondió Snape con rotundidad—. No voy a negar que él esté disgustado con Lucius, a quien le habían asignado una misión pero se dejó capturar, junto con muchos otros. Y por si fuera poco fracasó en su intento de recuperar la profecía. Sí, el Señor Tenebroso está disgustado, Narcisa, muy disgustado.
—¡Entonces tengo razón, ha escogido a Draco para vengarse! —profirió ella entre sollozos—. ¡No pretende que mi hijo cumpla su cometido, sólo quiere que muera en el intento!
Como Snape no respondió, Narcisa perdió el poco dominio de sí misma que conservaba. Se puso en pie, fue tambaleándose hasta Snape y lo agarró por el cuello de la túnica. Manteniendo la cara muy cerca de la suya y mojándole la ropa con sus lágrimas, dijo con voz entrecortada:
—Tú podrías hacerlo. Tú podrías hacerlo en lugar de Draco, Severus. Lo conseguirías, claro que lo conseguirías, y él te recompensaría mucho más que a cualquiera de nosotros…
Snape le sujetó las muñecas y la apartó de sí. Entonces, contemplándole el rostro anegado en lágrimas, afirmó despacio:
—Creo que quiere que al final lo haga yo. Pero está decidido a que Draco lo intente primero. Verás, en el caso improbable de que tu hijo lo consiguiese, yo podría permanecer en Hogwarts un poco más realizando mi labor de espía.
—¡O sea que no le importa que Draco muera!
—El Señor Tenebroso está muy enfadado —repitió Snape sin alterarse—. No pudo oír la profecía. Sabes tan bien como yo que él no perdona fácilmente, Narcisa.
La mujer se desplomó a los pies de él y se quedó sollozando en el suelo.
—Mi único hijo… Mi único hijo…
—¡Deberías sentirte orgullosa! —insistió Bellatrix sin piedad—. ¡Si yo tuviera hijos, me alegraría de que entregaran la vida por el Señor Tenebroso!
Narcisa soltó un pequeño grito de desesperación y se tiró del largo y rubio cabello. Snape, agarrándola por los brazos, la levantó del suelo y la llevó de nuevo al sofá. A continuación le sirvió más vino y le puso la copa en la mano.
—Ya basta, Narcisa. Bebe esto. Y escúchame.
La mujer se tranquilizó un poco; temblando, tomó un sorbo de vino que le goteó por la barbilla.
—Quizá yo pueda… ayudar a Draco.
Narcisa se incorporó, pálida como la cera y con los ojos desorbitados.
—¡Oh, Severus, Severus! ¿Estás dispuesto a ayudarlo? ¿Lo vigilarás, te encargarás de que no le ocurra nada malo?
—Puedo intentarlo.
Narcisa lanzó la copa, que patinó por la mesa al mismo tiempo que ella resbalaba del sofá y, arrodillándose a los pies de Snape, le cogía una mano con las suyas para besársela.
—Si tú lo proteges, Severus… ¿Lo juras? ¿Pronunciarás el Juramento Inquebrantable?
—¿El Juramento Inquebrantable? —repitió Snape con gesto impasible; sin embargo, Bellatrix soltó una carcajada de triunfo.
—¿No lo has oído, Narcisa? ¡Lo intentará! ¡Seguro! Las clásicas palabras vacías, la clásica ambigüedad… ¡Pero porque lo ordena el Señor Tenebroso, desde luego!
Snape no miró a Bellatrix. Sus negros ojos estaban clavados en los de Narcisa, azules y anegados en lágrimas. Ella seguía sujetándole la mano.
—Claro, Narcisa, pronunciaré el Juramento Inquebrantable —aseguró él con calma—. Quizá tu hermana se avenga a ser nuestro Testigo.
Bellatrix se quedó boquiabierta. Snape se agachó hasta arrodillarse frente a Narcisa y, ante la mirada de asombro de Bellatrix, unió su mano derecha con la de Narcisa.
—Vas a necesitar tu varita, Bellatrix —dijo Snape con frialdad. Ella la sacó con estupefacción—. Y tendrás que acercarte un poco más —añadió.
La mujer se colocó de pie delante de ambos y puso la punta de la varita sobre las entrelazadas manos.
—¿Juras vigilar a mi hijo Draco mientras intenta cumplir los deseos del Señor Tenebroso, Severus? —preguntó Narcisa.
—Sí, juro —respondió él.
Una delgada y brillante lengua de fuego salió de la varita y se enroscó alrededor de las dos manos como un alambre al rojo.
—¿Y juras protegerlo lo mejor que puedas de cualquier daño?
—Sí, juro.
Una segunda lengua de fuego salió de la varita, se entrelazó con la primera y formó una fina y reluciente cadena.
—Y si es necesario… si crees que Draco va a fracasar… —susurró Narcisa (la mano de Snape temblaba en la de ella, pero no la retiró)—, ¿juras realizar tú la tarea que el Señor Tenebroso ha encomendado a mi hijo?
Hubo un momento de silencio. Bellatrix los observaba con los ojos muy abiertos y la varita suspendida sobre las unidas manos.
—Sí, juro.
Un resplandor rojizo iluminó el atónito rostro de Bellatrix al prender una tercera lengua de fuego que salió disparada de la varita, se enredó con las otras dos y se cerró alrededor de las bien sujetas manos, como una cuerda o una serpiente ígneas.
Harry Potter roncaba escandalosamente. Había pasado casi cuatro horas sentado en una silla junto a la ventana de su dormitorio contemplando la oscura calle, y al final se había quedado dormido con un lado de la cara pegado al frío cristal, las gafas torcidas y la boca abierta. El resplandor anaranjado de la farola que había frente a la casa hacía destellar la mancha de vaho que su aliento dejaba en la ventana, y la luz artificial le hacía palidecer el rostro, que parecía el de un fantasma bajo la mata de desgreñado cabello negro. Había varios objetos y bastante porquería esparcidos por la habitación: plumas de lechuza, corazones de manzana y envoltorios de caramelo cubrían el suelo; unos libros de hechizos entremezclados con una arrugada túnica se hallaban encima de la cama, y sobre el escritorio, en medio de un charco de luz, un montón de periódicos. El titular de uno de éstos rezaba:
HARRY POTTER: ¿EL ELEGIDO?
Siguen circulando rumores acerca del misterioso altercado ocurrido recientemente en el Ministerio de Magia, durante el cual El-que-no-debe-ser-nombrado fue visto de nuevo.
«No estamos autorizados a hablar de ello, no me pregunten nada», manifestó ayer por la noche, al salir del ministerio, un nervioso desmemorizador que se negó a dar su nombre.
No obstante, fuentes contrastadas del Ministerio de Magia han confirmado que el altercado se produjo en la legendaria Sala de las Profecías.
Aunque por ahora los magos portavoces se han negado a confirmar la existencia de dicho lugar, cada vez un mayor número de miembros de la comunidad mágica cree que los
mortífagos
, que en la actualidad cumplen condena en Azkaban por entrada ilegal y tentativa de robo, pretendían robar una profecía. Se desconoce la naturaleza de ésta, pero se especula con la posibilidad de que esté relacionada con Harry Potter, la única persona que ha sobrevivido a una maldición asesina y que estuvo en el ministerio la noche en cuestión. Hay quienes llegan al extremo de llamar a Potter «el Elegido», pues creen que la profecía lo señala como el único que conseguirá librarnos de El-que-no-debe-ser-nombrado.
Se desconoce el paradero actual de la profecía, si es que existe, aunque (continúa en página 2, columna 5)
Junto a ese periódico había otro con el siguiente tallar:
SCRIMGEOUR SUSTITUYE A FUDGE
La mayor parte de la primera plana la ocupaba una gran fotografía en blanco y negro de un hombre con espesa melena de león y el rostro muy castigado. La fotografía se movía: el hombre saludaba con la mano al techo.
Rufus Scrimgeour, antiguo jefe de la Oficina de
Aurores
del Departamento de Seguridad Mágica, ha sustituido a Cornelius Fudge en el cargo de ministro de Magia. El nombramiento ha sido recibido con entusiasmo en buena parte de la comunidad mágica, aunque existen rumores de distanciamiento entre el nuevo ministro y Albus Dumbledore, recientemente rehabilitado como Jefe de Magos del Wizengamot. Estas diferencias surgieron horas después de que Scrimgeour tomara posesión del cargo.
Los representantes de Scrimgeour han admitido que el nuevo ministro se reunió con Dumbledore en cuanto ocupó el puesto supremo del ministerio, pero se han negado a comentar el contenido de la reunión. Como todo el mundo sabe, Albus Dumbledore (continúa en página 3, columna 2)
A la izquierda de ese periódico había otro doblado que mostraba un artículo titulado «El ministerio garantiza la seguridad de los alumnos».
El recién nombrado ministro de Magia, Rufus Scrimgeour, ha hecho comentarios hoy sobre las nuevas y duras medidas adoptadas por su departamento para garantizar la seguridad de los alumnos que regresarán al Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería este otoño.
«Por razones obvias, el ministerio no puede dar detalles de sus nuevos y estrictos planes de seguridad», ha declarado el ministro, pero una persona con acceso a información confidencial ha desvelado que esas medidas incluyen hechizos y encantamientos defensivos, un complejo despliegue de contramaldiciones y un pequeño destacamento de
aurores
dedicados de manera exclusiva a la protección del Colegio Hogwarts.
La mayoría de la comunidad mágica parece satisfecha con la severa postura del ministro en relación con la seguridad de los alumnos. La señora Augusta Longbottom ha comentado a este periódico: «Mi nieto Neville, que por cierto es un gran amigo de Harry Potter, peleó a su lado contra los
mortífagos
en el ministerio en el mes de junio y…»
El resto del artículo estaba tapado por la gran jaula que le habían puesto encima. Dentro de ésta había una espléndida lechuza, blanca como la nieve, que recorría imperiosamente la habitación con sus ojos de color ámbar y de vez en cuando giraba la cabeza para mirar a su dormido amo. En un par de ocasiones hizo un ruidito seco con el pico, impaciente, pero Harry dormía tan profundamente que no la oyó.
En el centro de la habitación se hallaba un enorme baúl con la tapa abierta, como expectante; sin embargo, estaba casi vacío: dentro sólo había ropa interior vieja, caramelos, tinteros gastados y plumas rotas que cubrían el fondo. Cerca de él, en el suelo, había un folleto de color morado con el siguiente texto impreso:
Distribuido por encargo del Ministerio de Magia
CÓMO PROTEGER SU HOGAR Y A SU FAMILIA
CONTRA LAS FUERZAS OSCURAS
La comunidad mágica se halla en la actualidad bajo la amenaza de una organización compuesta por los llamados «
mortífagos
». El cumplimiento de las sencillas pautas de seguridad que se enumeran a continuación lo ayudará a proteger de ataques a su familia y su hogar.