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Authors: John C. Wright

Tags: #Ciencia-Ficción

La Edad De Oro (5 page)

BOOK: La Edad De Oro
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—Cárgalos en un canal semipúblico y los examinaré con tranquilidad, sin peligro de contaminación o manipulación.

—No se me permite incurrir en la incertidumbre ni en el gasto de poner valiosas plantillas mentales y privadas de mi experiencia vital en una caja pública.

—¿Gasto? —Esto era ridículo. El gasto de enviar a Faetón a Neptuno (o bien, ahorrando masa, de enviar el cerebro de Faetón en una caja liviana de soporte vital) era astronómico. Faetón consultó un almanaque en la mente de la Mansión Radamanto. Neptuno y la Tierra no estaban en posición favorable para trayectorias que aprovecharan eficientemente el combustible. Faetón calculó cómo su peso afectaría los costes masa-energía aun en una órbita de bajo impulso. El coste en divisas energéticas equivalía a varios miles de segundos de divisas temporales. En otras palabras, una pequeña fortuna—. El gasto no es nada comparado con lo que ya has ofrecido en costes de transporte…

Al principio pareció que el témpano se derretía, pero en realidad se achataba. La alta corona descendía a medida que la ancha base se ensanchaba aún más. La base rezumó un fluido que se espesó hasta solidificarse en patas semejantes a columnas. Bajo el hielo, al pie de estas columnas, Faetón entrevió máquinas complejas que eran rápidamente fabricadas a partir de cristales y cerámicas neurocompuestas. Los bulbos, los globos y los tubos aislados parecían ser baterías energéticas y manipuladores de campo.

—Has desoído mi consejo y enviaste una señal a tu mansión. Debo huir antes que me descubran.

¿Una señal? Faetón había consultado un archivo de almanaque y realizado una rutina de cálculo, funciones casi automáticas. Faetón pensaba que el neptuniano sólo quería que él no hablara con su mansión.

—¡No seas absurdo! Nadie se atrevería a escuchar mis comunicaciones privadas.

—Aun tus ponderados sofotecs infringen sus leyes en aras de un propósito que ellos consideran superior. Pero usaré sus propias leyes contra ellos. Os permiten cierta intimidad durante las distracciones y mascaradas destinadas a apaciguaros. Observa. Construiré un celebrante, y él retendrá los archivos que no quieres recibir; cuando tengas fuerzas suficientes para encarar la verdad, fuerzas suficientes para desafiar este mundo de ilusiones, mi mensajero acudirá a ti.

En las honduras del cristal blindado, Faetón vio una forma semejante a un cuerpo desnudo que emergiera hacia la superficie. Tenía huesos, músculos, nervios y venas. Sólo faltaba completar los injertos de piel en el rostro y el cuello; el cráneo estaba abierto como una flor de hueso, y mechones y líneas de fibra nerviosa eran insertados en su sitio, con canales umbilicales que aún lo conectaban con el grupo cerebral principal del neptuniano. Se tejía un disfraz alrededor de la parte inferior del cuerpo, aparatoso y mal proporcionado, pero reconocible como un disfraz de Scaramouche, un personaje del mismo período y ciclo de operetas que el Arlequín de Faetón.

—Ven, Faetón. Éste es el último segundo.

—Perdóname, pero no estoy satisfecho con tus confusiones e insinuaciones. Sospecho uno de esos engaños por los cuales tu especie es famosa. Ni siquiera me has dicho tu nombre.

—¿Cómo decirte mi nombre cuando ni siquiera recuerdas el significado á el tuyo?

—¿Faetón? Ese nombre data del tiempo de la Segunda Estructura Mental. El mito se refiere a un hijo bastardo del dios Sol que osó conducir el carro de su padre…

Faetón calló. Una erupción final bulló en las honduras de la sustancia corporal del neptuniano a medida que se formaban e insertaban elementos estructurales. Una ráfaga anunció que la criatura activaba sus generadores de ascenso, y pronto se oyó el silbido chillón de los propulsores de compresión.

La voz del neptuniano, que llegaba a través del sensorio de Faetón, no necesitaba elevarse para hablar por encima del bullicio del despegue.

—Te has puesto el nombre de un semidiós cuya ambición incendió un mundo. No es el nombre que escogería un hombre conforme con su suerte en la vida. Pero no recuerdas por qué lo escogiste, ¿verdad? ¿Ahora comprendes cuánto falta en tu memoria? Ni siquiera te dejaron retener el significado de tu nombre.

Faetón retrocedió mientras la presión estallaba en los pies del neptuniano. Su forma baja y rechoncha había adoptado una configuración aerodinámica. Con pesada gracia, elevó el morro al cielo y ascendió.

Faetón ajustó el filtro sensorial para oír sólo el canto de los insectos nocturnos en el bosquecillo saturniano, en vez del rugido de los propulsores y el gemido de los dispositivos magnéticos. Amplificando la fisión al máximo, vio que el cuerpo de Scaramouche, envuelto en una especie de capullo o paracaídas flotante, era eyectado del neptuniano que se elevaba. Intentó incluir las rutinas de localización satelitales y terrestres dentro de su visión, y abrir más canales sensoriales. Pero al parecer el protocolo que desactivaba las rutinas de localización durante la mascarada se aplicaba también a las aeronaves. Faetón no pudo rastrear el cuerpo que caía. El neptuniano resplandeció como hielo distante, cobrando altitud. Luego el resplandor titiló y se disipó, un astro perdido entre muchos.

En el palacio:

Rueda-de-la-Vida era una ecoactriz Cerebelina de la Escuela Espiritual Descentral, así como administradora de los derechos de propiedad de toda la biotecnología basada en las matemáticas de los Cinco Anillos Dorados. Aparecía como una matrona de belleza serena y semblante grave, sentada en un trono de flores, hierba y seto vivo, donde anidaban varias especies de aves e insectos. También estaba presente físicamente (en la medida en que esta palabra significaba algo para los Espiritualistas Descentrales) y la gran capa de fibras vivientes entretejidas que nacía en sus hombros atravesaba la ventana y se extendía hasta otras plantas y animales que formaban los componentes de su cuerpo y mente compuestos.

Los Cerebelinos eran una neuroforma cuyo postencéfalo y córtex estaban interconectados según el esquema denominado «global», por su capacidad para resolver interrelaciones simultáneas múltiples. Podían sumirse en una meditación atemporal desde muchos puntos de vista simultáneos. Esto evitaba las paradojas nacidas de una teoría establecida y de las limitaciones del pensamiento lineal. No obstante, era una de las formas menos populares en la Ecumene Dorada, pues era muy propensa a los acertijos místicos y los no verbalismos.

(Helión no podía mantener una traducción desde el punto de vista de Rueda-de-la-Vida durante largo tiempo. Las partes vegetales de la ecoactriz percibían la sala como movimiento, presión, luz solar, humedad, pero también como transferencias informáticas, flujos de datos. Las aves y los roedores mostraban el cónclave con tantas imágenes y sonidos desperdigados que lo desconcertaban; y los pensamientos estaban tan enmarañados con filosas y brillantes astillas de instinto, lujuria, hambre y temor que la estructura cerebral de Helión no podía asimilar ni indexar las percepciones.)

Rueda-de-la-Vida manifestó una objeción. Se expresó alzando las manos y creando un ecosistema en miniatura dentro de un globo. Microbios, plancton, saetas de colores brillantes con forma de pez nadaban en el globo; tiburones triangulares luchaban contra cefalópodos multitentaculares en incesantes guerras submarinas.

Dividió en muchos globos el globo que había sobre la superficie de la mesa. En cada uno de los globos menores, sólo una especie predominaba, destruía la competencia, se sobrealimentaba, perecía y perdía su trono. En cada caso, la forma de vida dominante se subdividía en nuevas avenidas a medida que continuaba la evolución.

—Coincido con Rueda-de-la-Vida —dijo Ao Aoen, Maestro de Sueños y propietario de un vasto emporio del entretenimiento—. La visión de Helión creará un futuro de conformidad monocromática; los acontecimientos se simplificarán. Pero nuestra sociedad es diversa. Las soluciones son diversas. Dentro de la mente hay redes de interconexiones, leyes de pensamiento; entre las mentes hay redes de relación social, leyes institucionales. Si invertimos la una, tenemos la otra. Pero, ¿cuál de nosotros tiene simplicidad o complejidad suficientes para ser entendido por nosotros mismos?

Helión respondió inventando un juego matemático de sólidos y espacios geométricos dentro de una retícula tridimensional. Las reglas del juego permitían que los sólidos se reprodujeran si estaban rodeados por espacios; pero la forma de los sólidos evolucionaba debido a la presión de los otros sólidos.

Alzó el juego como una caja de cristal y lo ejecutó una docena o un millar de veces en tiempo comprimido. En todos los casos salvo uno, las formas cedían a la presión de los sólidos circundantes, y al final formaban cubos y consumían todos los espacios vacíos disponibles.

La única excepción era un bello sistema con forma de copo de nieve, con un dodecaedro central que irradiaba octaedros y tetraedros. Ao Aoen extendió sus largos dedos pensativamente, recogió ese sistema, lo guardó en su memoria y se lo entregó a Rueda-de-la-Vida, quien envió varias aves e insectos a observarlo con alegría.

—Me atrevo a disentir con la Par Rueda-de-la-Vida —dijo Helión—. En la naturaleza la diversidad se sostiene porque las bestias y las plantas deben resolver sus disputas en ineficientes competencias de vida o muerte. Las criaturas racionales pueden crear tratados, leyes y mecanismos sociales para encauzar la agresión hacia una competencia pacífica. La competencia alienta la eficiencia. La eficiencia alienta la uniformidad. Incluso una sociedad tan diversa como la nuestra tiene ciertas reglas y costumbres que debemos imponer a quienes se desvían.

—Y yo que pensaba que habíamos convenido en no hablar más de Faetón… —murmuró Gannis.

Helión ocultó su ceño fruncido en un archivo de seguridad donde nadie podía verlo. Pero gesticuló con disgusto.

—El mismo argumento implica, Par Helión —intervino Vafnir el magnate de energía—, que está justificado el uso de la fuerza por parte de aquéllos que la sociedad emplea para imponer sus reglas contra los desvíos. ¿Esto es coherente con la serenidad arcádica y la paz utópica que todos hemos conocido?

—Aun en el paraíso hay guerreros —dijo Helión—. Y aun a Arcadia llega la muerte.

3 - El soldado

En el jardín:

Mientras Faetón miraba el destello evanescente del neptuniano, algo se acercó flotando en la brisa nocturna. El viento arrastró una bandada de burbujas negras que aleteó sobre la hierba bajo los árboles y las estrellas. Faetón no vio de dónde venían esos organismos mecánicos. Las burbujas subían y bajaban, rodeando el lugar donde había estado el neptuniano.

—¿Ahora qué? —murmuró.

Algunas esferas descendieron y rodaron cuesta arriba y cuesta abajo por la hierba. El grupo principal se dirigió lentamente hacia los parrales donde Faetón había visto al neptuniano por primera vez. Las esferas negras se detenían con frecuencia para insertar una delgada sonda o probóscide en el suelo. Cerca de Faetón, en el lugar donde había despegado el neptuniano, las esferas se reunieron en varios tetraedros redondeados e insertaron más sondas en el suelo.

No era muy bello; el movimiento de las esferas era demasiado lento y metódico, demasiado rápido y eficiente, para ser una danza, y no había música. A menos que estuviera destinada a un público con sentidos diferentes de los suyos. Sintonizando su audición en una rutina de búsqueda, faetón halló que las esferas sólo irradiaban señales encriptadas de alta frecuencia, chillidos y gemidos tartamudos, sin vestigios de ritmo ni gracia.

Faetón señaló con el dedo e hizo el gesto de identificación, pensando que será bloqueado por la mascarada. Para su sorpresa, no fue así. Ante sus ojos, fue como si una ventana se abriera en medio del aire, o como si se desenrollara un pergamino, y el marco fuera un carácter dragontino que irradiaba cuatro ideogramas en estilo arcaico: Honor, Valor, Fortaleza, Obediencia.

—Sistema de despliegue preliminar para detección y neutralización de organismos hostiles se identifica. Información sobre derechos: se requiere autorización de seguridad. Propiedad pública. Esta unidad está asignada al mariscal general Atkins Ving-et-un, Humaniforme Reglamentario de Jerarquía Militar (realces múltiples de combate), Semicompilación (asistencia espectral y reflejos de combate), Mente Bélica, Personal de Estado Mayor, Neuroforma Básica, Sin Escuela, Era Cero (la Creación).

Era curioso que alguien asistiera a una mascarada disfrazado de Atkins. Atkins era el soldado. El último soldado. Faetón creía que mucho tiempo atrás, siglos atrás, Atkins se había matado, o había quedado en alerta, o almacenado en un museo.

El disfraz era de gusto dudoso. ¿Un soldado? A nadie le gustaba que le recordaran su pasado bárbaro. Y, a menos que Faetón hubiera interpretado mal las normas de la mascarada, la información sobre identidad y localización se podía enmascarar pero no falsificar. Pero parecía que alguien imitaba a Atkins. ¿Los Exhortadores no lo considerarían un atentado contra el decoro?

Por otra parte, las falsificaciones de personas ficticias, o personas cuya identidad estaba retirada, o cuyos royalties sobre memoria habían expirado, debían ser permisibles. Dichas identidades eran de dominio público, ¿verdad? En definitiva, nadie objetaría a que Faetón, por ejemplo, se presentara como Arlequín.

Pero Faetón aún sentía curiosidad. ¿Qué buscaban las esferas con tanta diligencia? ¿El neptuniano, suponiendo que fuera real, habría dejado algún vestigio o pista de su origen y propósito?

Bien, si el falso Atkins cometía la rudeza de imitar a un héroe de guerra retirado tiempo atrás, Faetón también podía dejar de lado la cortesía. (En definitiva, era una fiesta, y las pautas de conducta se relajaban.)

Por lo demás, era de pésimo gusto insertar objetos icónicos (como esa ventana en el aire y el carácter dragontino) en el campo visual de Faetón sin siquiera tratar de fusionar los objetos con el entorno real, de modo que no se turbase la estética de continuidad visual previamente establecida por Faetón. Quizá también fuera de pésimo gusto hurgar en la comunicación privada de otro, decodificarla y averiguar qué información enviaban las esferas a su base. Pero Faetón lo hizo.

Captó sólo un fragmento de los muchos mensajes: «Rutina de información, engaño y elusión más compleja (magnitud ocho) de lo que puede producir una inteligencia no mecánica… sofotecnología de origen desconocido… cuerpos virales artificiales introducidos en el ADN del césped donde pisó el sujeto. Excesiva codificación de la información en ramales (técnicas de compresión de datos desconocidas)… la hierba produce esporas de microorganismos de sistematología sumamente compleja (nivel de inteligencia 100) que buscan materia prima y crean organizaciones más vastas… deducimos (a partir del triunfo del enemigo frente a las medidas defensivas civiles) tecnologías de manipulación electrónica y de estado cuántico comparables a las producidas por la civilización ecuménica, basadas en el mismo desarrollo histórico hasta fines del período de la Quinta Estructura Mental, pero desviándose luego de un modo que ninguna escuela miembro ni grupo incluido en la Ecumene Dorada podría generar teóricamente. Conclusión…»

BOOK: La Edad De Oro
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