La crisis ninja y otros misterios de la economía actual (2 page)

BOOK: La crisis ninja y otros misterios de la economía actual
11.62Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads

A mí, siempre que hablan de «esta gente» me desconciertan, no sé si porque soy incapaz de ver más allá de mis narices, o porque los árboles no me dejan ver el bosque o porque en mi casa me enseñaron que había que pensar bien de todo el mundo. Y lo que me está diciendo mi amigo es no solo que no hay que pensar bien de todo el mundo, sino que lo más prudente es pensar mal. Y además, no solo mal, sino que tengo que hacer un esfuerzo para comprender lo organizadamente que actúan las personas de las que tengo que pensar mal. Y claro, así no hay quién desayune —ni viva— en paz. Como ya son las nueve y mi amigo no parece que vaya a callarse nunca, le interrumpo y quedo con él para desayunar el sábado, pero mientras llega ese día, os explico de dónde ha salido el dichoso informe y qué decía.

E
L ORIGEN DEL INFORME O CÓMO SE HA ORGANIZADO TODO ESTE LÍO EN EL QUE ME HE METIDO

Hace tres o cuatro años empecé a escribir, para mí, un diccionario. Siguiendo el método a que me he referido antes (entender, copiar y pegar), fui poniendo voces sin ningún criterio. Veía un término en un periódico, y si lo entendía lo copiaba. El diccionario empezó así y ahora tiene unas seiscientas voces. Repito lo de «sin ningún criterio», porque hay voces tales como «Banco Central Europeo» y otros como «boliburgueses» (revolucionarios venezolanos enriquecidos con la revolución).

Algún amigo mío ha dicho que es un diccionario con un enfoque socio-político-económico y otro le puso el nombre de
Diccionario dinámico de vocablos
(DDV), que es como le llamamos ahora. Lo de «dinámico» viene de que es un diccionario «vivo»: le añado vocablos, elimino o corrijo alguno si descubro que estaba equivocado. Es decir, la pretensión es mantenerlo actualizado, cosa que voy haciendo sin prisa pero sin pausa.

Es muy importante insistir, aunque me digáis que soy un pelmazo, en que el diccionario era para mí. No me preocupaba la exactitud, porque si estaba mal, lo cambiaba y ya está.

Todos los meses se lo enviaba a los de mi despacho, aunque creo que no lo miraron nunca. Uno me contestaba diciendo: «Muchas gracias, Leopoldo. Un abrazo», pero no puedo asegurar que dedicase un solo minuto a su lectura o a consultar algún concepto.

Llegó febrero de 2008 y empecé a oír hablar de que había problemas en el mundo. Yo leo dos periódicos al día, uno generalista y otro económico, y todas las semanas leo Time, una revista americana a la que me aficioné —en mi casa dicen que me hice adicto— cuando viví en Estados Unidos. Esto me hace ver lo mayor que me he vuelto. El primer número que tengo es el de la semana en que asesinaron al presidente Kennedy. Para aquellos lectores jóvenes que no habían nacido el año en que mataron a Kennedy (por ejemplo, la mayoría de mis hijos y todos mis nietos), les diré que murió el 22 de noviembre de 1963. Desde entonces leo
Time
.

En los momentos en los que se empezaba a hablar de los problemas económicos, en el IESE (Instituto de Estudios Superiores de la Empresa), una escuela de negocios en la que trabajé durante treinta y un años, hubo un par de reuniones muy interesantes con el equipo económico que luego se recogieron en una publicación breve, pero muy buena. Fui a las reuniones y leí la publicación.

Y llegó el viernes y me fui a San Quirico. Y el domingo, después de comer, empecé a intentar poner las cosas en orden, para ver si me aclaraba.

Y salió lo que viene a continuación. Pero antes de que lo leáis, quiero que quede claro que yo no sé nada de economía. Alguien me ha dicho: «¡Qué humilde es usted, don Leopoldo!». Pues no, no es humildad. Es la pura realidad.

Yo estudié en Terrassa, cuando se llamaba Tarrasa, en la escuela industrial, la carrera de ingeniero de industrias textiles, y eso es lo que soy. Bueno, es lo que era, porque ahora a los ingenieros de industrias textiles se nos llama ingenieros industriales.

Ese es mí currículum o, como dicen los cursis, mi
background
. Evidentemente, luego he hecho muchas más cosas, ninguna de ellas relacionada con el análisis económico. Y desde luego, en ningún caso nada que tenga que ver ni de lejos con una crisis financiera.

El otro día me acordé de que tengo algo más. Mi mujer, que es fenomenal, me dijo: «Pero tú, ¿no empezaste Económicas?». ¡Resulta que sí!

Era el curso 1954-1955. Yo estudiaba Ingeniería y pensé que, quizá, me podía interesar matricularme, además, en Económicas. Me parece que era la primera promoción en Barcelona y que había un profesor jovencillo que se llamaba Fabián Estapé. No estoy nada seguro. He recordado que aprobé dos asignaturas de primer curso. Una era derecho civil y de la otra no tengo ni idea. Luego falleció mi padre, dejé Económicas y acabé como pude la carrera de ingeniero.

En resumen: que si queréis adornar mi currículum, podéis decir que soy ingeniero industrial y que tengo «estudios de Ciencias Económicas». Si os preguntan qué estudios son esos, mejor que os calléis.

Seguramente me he ido por las ramas. Ya vuelvo al concepto
Crisis 2007-2008
, que ahora se llama
Crisis Ninja
, por lo que veréis inmediatamente. He aquí el informe sobre la crisis.

E
L INFORME SOBRE LA CRISIS
(I): L
A
C
RISIS
N
INJA

La historia es la siguiente:

  1. 2001. Explosión de la burbuja Internet.
  2. La Reserva Federal de Estados Unidos baja en dos años el precio del dinero del 6,5 al 1%.
  3. Esto
    dopa
    a un mercado que empezaba a despegar: el mercado inmobiliario.
  4. En diez años, el precio real de las viviendas se multiplica por dos en Estados Unidos.
  5. Durante años, los tipos de interés vigentes en los mercados financieros internacionales han sido excepcionalmente bajos.
  6. Esto propició que los bancos se dieran cuenta de que el negocio se les hacía más pequeño:
    1. Daban préstamos a un bajo interés.
    2. Pagaban algo por los depósitos de los clientes (cero si el depósito está en cuenta corriente, y si además cobran comisión de mantenimiento, pagaban «menos algo»).
    3. Pero, con todo, el margen de intermediación («a» menos «b») decrecía.
  7. A alguien entonces, en América, se le ocurrió que los bancos tenían que hacer dos cosas:
    1. Dar préstamos más arriesgados, por los que podrían cobrar más intereses.
    2. Compensar el bajo margen aumentando el número de operaciones (1.000 x poco es más que 100 x poco).
  8. En cuanto a lo primero (créditos más arriesgados), decidieron:
    1. Ofrecer hipotecas a un tipo de clientes: los ninja (
      no income, no Job, no assets
      ; o sea, personas sin ingresos fijos, sin empleo fijo, sin propiedades).
    2. Cobrarles más intereses, porque había más riesgo.
    3. Aprovechar el
      boom
      inmobiliario.
    4. Además, llenos de entusiasmo, decidieron con ceder créditos hipotecarios por un valor superior al valor de la casa que compraba el ninja, porque, con el citado
      boom
      inmobiliario, esa casa, en pocos meses, valdría más que la cantidad dada en préstamo.
    5. A este tipo de hipotecas, les llamaron «hipotecas
      subprime
      »
      • Se llaman «hipotecas
        prime
        » las que tienen poco riesgo de impago. En una escala de clasificación entre 300 y 850 puntos, las hipotecas
        prime
        están valoradas entre 850 puntos las mejores y 620 las menos buenas.
      • Se llaman «hipotecas
        subprime
        » las que tienen más riesgo de impago y están valoradas entre 620 las menos buenas y 300 las malas.
    6. Además, como la economía americana iba muy bien, el deudor hoy insolvente podría encontrar trabajo y pagar la deuda sin problemas.
    7. Este planteamiento fue bien durante algunos años. En esos años, los ninja iban pagando los plazos de la hipoteca y, además, como les habían dado más dinero del que valía su casa, se compraron un coche, reformaron la casa y se fueron de vacaciones con la familia. Todo ello, segura mente, a plazos, con el dinero de más que habían cobrado y, en algún caso, con lo que les pagaban en algún empleo o chapuza que habían conseguido.

    Al llegar aquí, me salió del alma el comentario que pongo a continuación (en el recuadro). Como, a medida que iba avanzando, me salían más cosas del alma, fui poniendo comentarios que revelan mi estado de ánimo aquel domingo por la tarde en San Quirico. Algunos salían del alma y otros del estómago. Estos últimos procuré no ponerlos o ponerlos después de llevarlos al alma.

    Como anochecía pronto, el petirrojo ya se había ido a su casa y Helmut, como de costumbre, dormía profundamente.

    Creo que, hasta aquí, todo está muy claro y también está claro que cualquier persona con sentido común, aunque no sea un especialista financiero, puede pensar que si algo falla el batacazo puede ser importante.

  9. En cuanto a lo segundo (aumento del número de operaciones):
    1. Como los bancos iban dando muchos préstamos hipotecarios, se les acababa el dinero. La solución fue muy fácil: acudir a bancos extranjeros para que les prestasen dinero, porque para algo está la globalización. Con ello, el dinero que yo, hoy por la mañana, he ingresado en la oficina central de la caja de ahorros de San Quirico de Safaja puede estar esa misma tarde en Illinois, porque allí hay un banco al que mi caja de ahorros le ha prestado mi dinero para que se lo preste a un ninja. Por supuesto, el de Illinois no sabe que el dinero le llega desde mi pueblo, y yo no sé que mi dinero, depositado en una entidad seria como es mi caja de ahorros, empieza a estar en un cierto riesgo. Tampoco lo sabe el director de la oficina de mi caja, que sabe —y presume— de que trabaja en una institución seria. Tampoco lo sabe el presidente de la caja de ahorros, que solo sabe que tiene invertida una parte del dinero de sus inversores en un banco importante de Estados Unidos.

    La globalización tiene sus ventajas, pero también sus inconvenientes y sus peligros. La gente de San Quirico no sabe que está corriendo un riesgo en Estados Unidos y cuando empieza a leer que allí se dan hipotecas subprime, piensa: «¡Qué locuras hacen estos americanos!».

  10. Además, resulta que existen las
    Normas de Basilea
    , que exigen a los bancos de todo el mundo que tengan un capital mínimo en relación con sus activos. Simplificando mucho, el balance del banco de Illinois es:

    Las
    Normas de Basilea
    exigen que el capital de ese banco no sea inferior a un determinado porcentaje del activo. Entonces, si el banco está pidiendo dinero a otros bancos y dando muchos créditos, el porcentaje de capital sobre el activo de ese banco baja y no cumple con las citadas
    Normas de Basilea
    .

     

    Cuando di a leer este texto a mi mujer, me dijo: «Deberías explicar un poco lo del activo y lo del pasivo, porque puede haber gente muy digna que no sepa lo que es. En ningún sitio he leído que sea obligatorio saberlo». Y como casi siempre tiene razón, pues quedamos en que en otra parte del libro lo explicaría.

  11. Hay que inventar algo nuevo. Y eso nuevo se llama titulización: el banco de Illinois «empaqueta» las hipotecas —
    prime
    y
    subprime
    — en paquetes que se llaman MBS
    (Mortgage Backed Securities
    , o sea, obligaciones garantizadas por hipotecas). Es decir, donde antes tenía mil hipotecas «sueltas», dentro de la cuenta «Créditos concedidos», ahora tiene diez paquetes de cien hipotecas cada uno, en los que hay de todo: bueno (
    prime
    ) y malo (
    subprime
    ), como en la viña del Señor.
  12. El banco de Illinois va y vende rápidamente esos diez paquetes:
    1. ¿Dónde va el dinero que obtiene por esos paquetes? Va al activo, a la cuenta de «Dinero en caja», que aumenta, disminuyendo por el mismo importe la cuenta «Créditos concedidos», con lo cual la proporción
      Capital/Créditos
      concedidos
      mejora y el balance del banco cumple con las
      Normas de Basilea
      .
    2. Quién compra esos paquetes y además lo hace rápidamente para que el banco de Illinois «limpie» su balance de forma inmediata? ¡Muy buena pregunta! El banco de Illinois crea unas entidades filiales, los
      conduits
      , que no son sociedades, sino
      trusts
      o
      fondos
      , y que por ello no tienen obligación de consolidar sus balances con los del banco matriz. Es decir, de repente aparecen en el mercado dos tipos de entidades:
      • El banco de Illinois, con la cara limpia.
      • El Chicago Trust Corporation (o el nombre que le queráis poner), con el siguiente balance:

    Si cualquier persona que trabaja en la caja de ahorros de San Quirico, desde el presidente hasta el director de la oficina, supiera algo de esto, se buscaría rápidamente otro empleo. Mientras tanto, todos hablan en los periódicos de sus inversiones internacionales, de las que ya veis que no tienen la más mínima idea.

  13. ¿Cómo se financian los
    conduits?
    En otras palabras, ¿de dónde sacan dinero para comprar al banco de Illinois los paquetes de hipotecas? De varios sitios:
    1. Mediante créditos de otros bancos.

      La bola sigue haciéndose más grande.

    2. Contratando los servicios de bancos de inversión que pueden vender esos MBS a fondos de inversión, sociedades de capital riesgo, aseguradoras, financieras, sociedades patrimoniales de una familia, etc.

      Fijaos que el peligro se nos va acercando, no a España, sino a nuestra familia, porque igual, animado por el director de la oficina de San Quirico, voy y meto mi dinero en un fondo de inversión.

    3. Lo que pasa es que, para ser
      financieramente
      correctos,
      los
      conduits
      o MBS tenían que ser bien calificados por las agencias de
      rating,
      que dan calificaciones en función de la solvencia. Estas calificaciones dicen: «A esta empresa, a este Estado, a esta organización se le puede prestar dinero sin riesgo», o «tengan cuidado con estos otros porque se arriesga usted a que no le paguen».
    4. Incluyo aquí lo que decía el vocablo
      rating
      de este diccionario, para que lo tengáis todo en el mismo bloque:
       
      RATING.
      Calificación crediticia de una compañía o una institución, hecha por una agencia especializada. En España, la agencia líder en este campo es Fitch Ratings.
      Los niveles son:
      AAA, el máximo
      AA
      A
      BBB
      BB
      Otros, pero son muy malos.
       
    5. Las agencias de
      rating
      otorgaban estas calificaciones o les daban otros nombres, más sofisticados, pero que, al final, dicen lo mismo. Llamaban:
      • Investment grade,
        a los MBS que representaban hipotecas
        prime,
        o sea, las de menos riesgo (serían las AAA, AA y A).
      • Mezzanine,
        a las intermedias (supongo que las BBB y quizá las BB).
      • Equity,
        a las malas, de alto riesgo, o sea, a las
        subprime,
        que en este tinglado son las protagonistas.
    6. Los bancos de inversión colocaban fácilmente las mejores
      (investment grade)
      a inversores conservadores, y a intereses bajos.
    7. Otros gestores de fondos, sociedades de capital riesgo, etc., más agresivos, pretendían obtener a toda costa rentabilidades más altas, entre otras razones porque esos señores cobraban el
      bonus
      de final de año en función de la rentabilidad obtenida.
    8. Problema: ¿cómo vender MBS de los malos a estos últimos gestores sin que se note excesivamente que están incurriendo en riesgos excesivos?

      La cosa se complica y, por supuesto, los de la caja de ahorros de San Quirico siguen haciendo declaraciones en la prensa, felices y contentos, hablando de la buena marcha de la economía y de la obra social que están realizando.

    9. Algunos bancos de inversión lograron, de las agencias de
      rating,
      una recalificación (un
      re-rating,
      palabro que no existe, pero que sirve para entendernos).
    10. El
      re-rating
      es un invento para subir el
      rating
      de los MBS malos, que consiste en:
      • Estructurarlos en tramos, a los que les llaman
        tranches,
        ordenando, de mayor a menor, la probabilidad de un impago, y con el compromiso de priorizar el pago a los menos malos. Es decir:
        • Yo compro un paquete de MBS en el que me dicen que los tres primeros MBS son relativamente buenos; los tres segundos, muy regulares, y los tres terceros, francamente malos. Esto quiere decir que he estructurado el paquete de MBS en tres
          tranches:
          el relativamente bueno, el muy regular y el muy malo.
        • Me comprometo a que si no paga nadie del
          ¿ranche
          muy malo (o, como dicen estos señores, si en el tramo malo incurro en
          default),
          pero cobro algo del
          tranche
          muy regular y bastante del relativamente bueno, todo irá a pagar las hipotecas del
          tranche
          relativamente bueno, con lo que, automáticamente, este
          tranche
          podrá ser calificado de AAA.
      • Para acabar de liar a los de San Quirico, estos MBS ordenados en
        tranches
        fueron rebautizados como CDO
        (Collateralized Debt
        Obligations,
        obligaciones de deuda colateralizada), como se les podía haber dado otro nombre exótico.
      • No contentos con lo anterior, los magos financieros crearon otro producto importante: los CDS (
        Credit Default Swaps
        , cambio de riesgo del crédito). En este caso, el adquirente, el que compraba los CDO, asumía un riesgo de impago por los CDO que compraba, cobrando más intereses. O sea, compraba el CDO y decía: «Si falla, pierdo el dinero. Si no falla, cobro más intereses».
      • Siguiendo con los inventos, se creó otro instrumento, el
        Synthetic
        CDO, que no he conseguido entender, pero que daba una rentabilidad sorprendentemente elevada.
      • Más aún: los que compraban los
        Synthetic
        CDO podían comprarlos mediante créditos bancarios muy baratos. El diferencial entre estos intereses muy baratos y los altos rendimientos del
        Synthetic
        hacía extraordinariamente rentable la operación.
BOOK: La crisis ninja y otros misterios de la economía actual
11.62Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads

Other books

Thompson, Hunter S by The Rum Diary
The Very Thought of You by Rosie Alison
Good Intentions (Samogon 1) by Gilliland, Eric
All That Glitters by Catrin Collier
Dream Horse by Bonnie Bryant
Truth Or Dare by Lori Foster
The Butcher of Avignon by Cassandra Clark
Hope Farm by Peggy Frew
Genuine Lies by Nora Roberts