Read Campeones de la Fuerza Online
Authors: Kevin J. Anderson
Exar Kun volvió hacia él un rostro claramente definido y de una negrura de ébano tan absoluta como si hubiera sido modelado en un trozo de lava: pómulos altos y marcados, ojos altivos, una boca delgada fruncida en una mueca de irritación... Una larga cabellera negra que parecía formada por hilos de carbón caía sobre un hombro, recogida en una gruesa cola de caballo. Su cuerpo estaba recubierto por una armadura acolchada, y el tatuaje palpitante de un sol negro ardía en su frente.
Streen se puso en pie moviéndose despacio y sin apresurarse. Se sentía tranquilo y fuerte, y lleno de ira por la manera en que el Hombre Oscuro había hundido un afilado gancho en su debilidad y lo había usado para arrastrarle por donde quería.
—No te serviré, Hombre Oscuro —dijo.
Exar Kun se rió.
—¿Y cómo te propones resistir? Ya eres mío.
—Si crees eso —dijo Streen, y respiró hondo para que su voz sonara más firme y segura de sí misma—, entonces has cometido tu primer error.
Alzó la empuñadura de la espada de luz de Luke, y la encendió con un ruidoso siseo chasqueante.
La sombra de Exar Kun retrocedió y pareció encogerse sobre sí misma, para gran satisfacción y sorpresa de Streen.
—Excelente —dijo Kun, pero no consiguió que su voz sonara tan firme y decidida como pretendía—. Ahora alza el arma y parte a Skywalker por la mitad. Acabemos de una vez con esta molestia.
Streen dio un paso hacia Exar Kun, sosteniendo el haz de energía verdosa de la espada de luz delante de él.
—Esta hoja es para ti, Hombre Oscuro.
—Si crees que esa arma va a tener algún efecto sobre mí, quizá deberías preguntar a tu amigo Gantoris qué puede hacerme —dijo Kun—. ¿O quizá ya has olvidado lo que le ocurrió a Gantoris cuando me desafió?
Una visión cruzó velozmente por la mente de Streen: el cadáver calcinado de Gantoris después de haber sido incinerado en una horrible conflagración que había avanzado desde el interior hacia el exterior, su cuerpo convertido en cenizas por los fuegos increíblemente abrasadores del lado oscuro... Kun debía de tener la intención de que ese recuerdo impulsara a Streen a sucumbir a la desesperación. Gantoris había sido su amigo, y él y Gantoris fueron los dos primeros candidatos que el Maestro Skywalker había descubierto al iniciar su búsqueda de nuevos Jedi.
Pero en vez de causar pánico o abatimiento, el recuerdo incrementó la decisión de Streen. El anciano ermitaño dio un paso hacia adelante y bajó la mirada hacia el hombre hecho de sombras.
—No eres bienvenido aquí, Exar Kun —dijo.
Streen volvió a sorprenderse al ver que la sombra del antiguo Señor del Sith retrocedía por la avenida alejándose de él.
—Si empiezas a resultarme difícil de manejar siempre puedo encontrar otras herramientas, Streen, y cuando haya recuperado el control de todo no tendré compasión de ti. Mis hermanos Sith utilizarán el poder almacenado dentro de esta red de templos. Si me desafías, puedo encontrar nuevas maneras de infligirte un dolor que está mucho más allá de cuanto puede llegar a concebir tu imaginación... ¡Y tendrás que soportarlas todas!
La sombra de Kun siguió retrocediendo..., y una silueta alta y esbelta surgió de repente de la escalera de piedra que terminaba en el extremo izquierdo de la gran sala de audiencias. Era Kirana Ti, vestida con su armadura de relucientes pieles de reptil. Sus músculos ondulaban bajo la débil claridad de las velas, y sus curvas hacían que pareciese tan flexible como letal.
—¿Huyes, Exar Kun? —preguntó Kirana Ti—. No sabía que resultara tan fácil asustarte.
Streen se mantuvo inmóvil con la espada de luz empuñada en su mano.
—Otra estudiante estúpida y temeraria —dijo Kun, girando sobre sí mismo para encararse con ella—. Deberías haber tenido más paciencia, ya que habría ido a visitarte a su debido tiempo... Las brujas de Dathomir serán unas magníficas adiciones a una nueva Hermandad Sith.
—Nunca tendrás ocasión de preguntarles si desean formar parte de ella, Exar Kun —replicó Kirana Ti—. Estás atrapado aquí, y nunca saldrás de esta sala —añadió mientras avanzaba hacia Exar Kun para intimidarle con su proximidad.
La sombra de Kun se distorsionó, pero no retrocedió.
—No puedes amenazarme... —dijo, y se alzó sobre ella.
El repentino movimiento de Kun hizo que Streen sintiera una gélida punzada de miedo en las entrañas, pero Kirana Ti se agachó con ágil fluidez para adoptar una postura de combate. Después se llevó una mano a la cintura y cogió una de las herramientas que colgaban de ella.
Un ruidoso chisporroteo hendió el aire, y Kirana Ti volvió a erguirse sosteniendo una espada de luz conectada en la mano. Una larga hoja amatista y blanca brotaba de la empuñadura y siseaba como un insecto enfurecido. Kirana Ti hizo oscilar lentamente la espada de luz de un lado a otro.
—¿De dónde has sacado esa arma? —preguntó Kun.
—Pertenecía a Gantoris —respondió Kirana Ti—. Intentó enfrentarse a ti y fracasó. —Kirana Ti lanzó un mandoble con la espada de luz, y Exar Kun se encogió sobre sí mismo y retrocedió acercándose a Streen—. Pero yo triunfaré.
Kirana Ti fue hacia la plataforma sobre la que yacía el cuerpo de Luke, donde Streen seguía estando en guardia armado con la otra espada de luz. Kun estaba atrapado entre ellos.
Otro estudiante Jedi surgió de la escalera de la derecha. Era Kam Solusar, hosco y nervudo.
—Y si ella fracasa —dijo—, yo recogeré la espada de luz y me enfrentaré a ti.
Kam Solusar cruzó la sala y se detuvo al lado de Kirana Ti.
Un instante después Tionne surgió de la escalera del otro lado, y lanzó su desafío a Streen mientras iba hacia la plataforma.
—Y yo también me enfrentaré a ti —dijo.
Cilghal entró en la sala con Jacen y Jaina cogidos de las manos.
—Y nosotros también nos enfrentaremos a ti —dijo—. Todos lucharemos contigo, Exar Kun.
Los otros estudiantes Jedi entraron en la sala y convergieron hasta formar un anillo que rodeó al Señor Oscuro del Sith.
Kun alzó sus brazos opacos en un gesto tan repentino como veloz. Una ráfaga de viento surgió de la nada y apagó las doce velas que rodeaban el cuerpo de Luke Skywalker, y la gran sala se llenó de sombras.
—No tememos a la oscuridad —dijo Tionne con firmeza—. Podemos crear nuestra propia luz.
Los ojos de Streen no tardaron en adaptarse a la nueva penumbra, y vio que los doce estudiantes Jedi estaban envueltos en una débil iridiscencia azulada, que se fue haciendo más brillante a medida que los nuevos Jedi convergían alrededor de Exar Kun.
—¡Incluso unidos sois demasiado débiles para enfrentaros a mí! —gritó el hombre hecho de sombras.
Streen sintió una repentina opresión en la garganta, notó cómo su tráquea se cerraba y empezó a toser y jadear, incapaz de respirar. La silueta negra se volvió y clavó la mirada en quienes se le resistían. Los estudiantes Jedi se llevaron las manos a la garganta mientras hacían intentos desesperados por respirar y sus rostros se oscurecían a causa del esfuerzo.
La sombra de Kun se expandió, y se fue volviendo más oscura y más poderosa hasta que acabó alzándose sobre Streen como una gran torre negra.
—Coge tu espada de luz y acaba con estas débiles criaturas, Streen —le ordenó—. Después te permitiré vivir.
Streen oyó el cántico estridente de la sangre en sus oídos mientras su cuerpo se consumía por la falta de oxígeno. El sonido le recordó el soplar del viento y las tempestades. Viento. Aire. Streen aferró el viento con sus poderes Jedi y fue moviendo el aire, haciendo que fluyera hacia sus pulmones sin ser detenido por la barrera invisible con que lo estaba estrangulando Kun.
El oxígeno fresco y dulce volvió a llenarle poco a poco, y Streen exhaló e inhaló. Desplegó su poder e hizo lo mismo con los otros estudiantes Jedi, introduciendo aire dentro de sus pulmones para ayudarles a respirar y a que fueran recobrando las energías.
—Somos más poderosos que tú —dijo Dorsk 81 con voz jadeante y en un tono donde el asombro se mezclaba con el desafío.
—Cómo debéis de odiarme... —dijo Exar Kun, y había una sombra de desesperación claramente perceptible en su voz—. Puedo percibir vuestra ira.
Cilghal utilizó la sedosa voz de embajadora que tanto se había esforzado por desarrollar.
—No hay ira —dijo—. No te odiamos, Exar Kun. Eres una gran lección práctica para nosotros, y nos has revelado muchas cosas enseñándonos lo que significa ser un verdadero Jedi. Observándote podemos ver que el lado oscuro tiene muy poco poder propio. No tienes ningún poder que nosotros no tengamos, y te has limitado a utilizar nuestras propias debilidades en contra de nosotros.
—Estamos hartos de ti —dijo secamente Kam Solusar desde un extremo del círculo—, y ya ha llegado el momento de que seas derrotado de una vez por todas.
Los estudiantes Jedi dieron un paso hacia adelante y estrecharon el círculo que habían formado alrededor de la silueta de sombras atrapada en su centro. Streen alzó su espada de luz, y Kirana Ti levantó la suya preparándose para moverla hacia adelante en un mandoble letal. El brillo nebuloso que envolvía a los nuevos Caballeros Jedi se fue haciendo más intenso y se convirtió en una neblina luminosa que unía sus cuerpos formando un anillo ininterrumpido, una banda de luz sólida forjada por el poder de la Fuerza que palpitaba dentro de ellos.
—Conozco vuestros defectos —dijo Kun con voz estridente—. Todos tenéis debilidades. Tú...
La sombra se lanzó hacia la delgada silueta de Dorsk 81. El estudiante Jedi clonado se encogió sobre sí mismo, pero los otros candidatos le ayudaron transmitiéndole fortaleza.
—Tú, Dorsk 81... ¡Un fracaso! —se burló Exar Kun—. Ochenta generaciones de tu estructura genética fueron perfectas, idénticas... pero tú fuiste una anomalía. Eras un error, algo para lo que no había ningún lugar en tu mundo.
Pero el alienígena de piel aceitunada se negó a dejarse impresionar por sus palabras.
—Nuestras diferencias nos hacen fuertes —replicó—. Eso es algo que he aprendido aquí.
—Y tú... —Exar Kun giró sobre sí mismo para encararse con Tionne—. No tienes poderes Jedi. Eres patética y ridícula... Sólo puedes cantar canciones sobre grandes gestas, mientras que son otros los que las llevan a cabo.
Tionne le sonrió, y sus ojos color madreperla brillaron en la penumbra.
—Algún día las canciones narrarán nuestra gran victoria sobre Exar Kun... y yo las cantaré.
El resplandor siguió haciéndose más intenso a medida que la sinergia existente entre los candidatos se iba volviendo más potente, y fue tejiendo hebras para reforzar sus puntos débiles y resaltar todavía más lo que los hacía fuertes.
Streen no estuvo muy seguro de en qué momento apareció otra figura que se unió al círculo de estudiantes Jedi. Lo único que supo era que de repente estaba viendo una nueva forma carente de un cuerpo físico, una silueta encorvada y no muy alta que sostenía extendidas ante ella sus manos arrugadas. La silueta tenía un extraño rostro en forma de embudo recubierto de tentáculos, y sus ojillos contemplaban lo que la rodeaba desde debajo de una frente muy prominente. Streen reconoció al antiguo Maestro Jedi Vodo-Siosk Baas, que les había hablado desde el interior del Holocrón.
La imagen de Kun también vio al antiguo Maestro Jedi, y sus facciones parecieron quedar paralizadas en una mueca de asombro que podría haber pertenecido a una estatua.
—Los Jedi pueden superar sus debilidades si se unen —dijo el Maestro Vodo con su peculiar voz burbujeante—. Exar Kun, mi estudiante... Por fin has sido derrotado.
—¡No! —aulló la sombra con una voz que desgarró la noche mientras la silueta intentaba descubrir una parte del círculo en la que pudiera crear una brecha.
—Sí —dijo de repente otra voz sonora y firme.
Delante del Maestro Vodo acababa de aparecer la silueta iridiscente de un joven que vestía una túnica Jedi..., el Maestro Skywalker.
—Si se quiere extinguir una sombra hay que proyectar más luz —dijo Cilghal con su voz tranquila y llena de confianza en sí misma.
Kirana Ti dio un paso hacia adelante empuñando la espada de luz que había construido Gantoris. Streen fue hacia ella blandiendo la espada de luz de Luke Skywalker. Los dos se miraron a los ojos, asintieron y después atacaron con las deslumbrantes hojas luminosas.
Sus haces se cruzaron en el centro del cuerpo de sombras de Exar Kun, luz pura interceptándose con luz pura en un contacto que fue acompañado por un estallido de relámpagos. El destello de blancura cegadora pareció tan intenso como la explosión de un sol.
La oscuridad escapó de la silueta de Exar Kun. La negrura se hizo añicos, y los fragmentos salieron despedidos por todo el círculo buscando un corazón débil dentro del que esconderse.
Streen y Kirana Ti mantuvieron cruzadas sus espadas de luz, y la energía siguió siseando y chisporroteando.
Streen volvió a rozar los vientos con la Fuerza. La atmósfera de la gran sala de audiencias empezó a girar con una creciente fuerza de Coriolis para acabar formando un torbellino. El ciclón se fue tensando alrededor de un nudo invisible y envolvió a la sombra desgarrada, atrapándola y llevándola hacia el tejado en una veloz ascensión hasta que acabó expulsándola del templo para lanzarla al inmenso vacío.
Exar Kun se desvaneció con un alarido entrecortado, cuyos ecos murieron enseguida.
Los Caballeros Jedi se mantuvieron unidos durante un último momento, deleitándose en la fuerza compartida. Después se fueron separando los unos de los otros, sintiéndose llenos de agotamiento, alivio y triunfo. El resplandor ultraterreno se fue disipando lentamente a su alrededor.
La imagen del Maestro Jedi alienígena Vodo-Siosk Baas alzó la mirada hacia el techo, como si quisiera tener un último atisbo de su estudiante al fin derrotado, y después también desapareció al igual que lo había hecho Exar Kun.
Y el Maestro Skywalker gimió, y dejó escapar una tos jadeante mientras expelía el aire que llevaba mucho tiempo retenido dentro de sus pulmones y volvía a llenarlos, y se sentó sobre la plataforma de piedra.
—Lo... ¡Lo habéis conseguido! —exclamó Luke, recuperando sus energías con cada bocanada de aire limpio y fresco. Los nuevos Caballeros Jedi se apresuraron a ir hacia él—. Habéis roto las ataduras.
Jacen y Jaina corrieron hacia su tío Luke lanzando grititos de placer. Luke los levantó del suelo, y los gemelos rieron y le devolvieron el abrazo.